Desde que el hombre empezó a experimentar con los placeres, ha usado toda clase de alimentos y bebidas para saciar sus apetencias.

Es así como los vinos, que se han vuelto característicos en países mediterráneos, forman parte integral de una dieta (Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad) que se caracteriza por contener cereales, frutos secos, frutas y verduras frescas, semillas, pescado, aceite de oliva y poco consumo de carnes rojas.

¿Qué entendemos por gastronomía?

En principio, es un término que proviene del griego y que hace referencia al estudio de la relación entre las personas, la comida y su entorno. Si bien pudiéramos creer que se trata solamente de técnicas culinarias o conocimientos puntuales, implica otra serie de factores. Su naturaleza está más enfocada a la forma en que usamos los alimentos, los aspectos culturales, sociales y psicológicos relacionados con toda la experiencia contenida en el acto de comer.

Entre sus características se puede destacar el carácter regional o individual dentro de la elaboración de un plato, que variará según los tipos de ingredientes y las tradiciones involucradas. Además, su importancia nos revela aspectos como costumbres, recursos, beneficios y enfermedades relacionados con la dieta, la apreciación de la buena comida, el disfrute de la experiencia y el arte de extraer los sabores mezclando diversos elementos.

Es indudable que en el mundo de la degustación y la comida gourmet se habla mucho sobre las combinaciones ideales para realzar los sabores, para proporcionarles a esos platos que tanto disfrutamos, matices más complejos. Aunque no todos somos sibaritas (por obvias razones), hay culturas que pueden hacer gala de todo un abanico de productos relacionados con la buena mesa, como las distintas variedades de vinos (tintos y blancos), quesos, carnes, postres y más.

Pero aunque la gastronomía moderna siga evolucionado dentro de esa concepción del placer de comer, aún persisten ideas generalizadas sobre cómo acompañar nuestras comidas. El gusto y el paladar son experiencias muy subjetivas, personales e incluso íntimas.

Cuando se habla de la comida como un arte que se debe apreciar, cada quien interpretará a su manera esos sabores, texturas e ingredientes en función de lo que le evoque mayor placer al comer. En este sentido, saber qué vino combina mejor con cierto tipo de alimentos no es, por mucho, una ciencia exacta. La guía fundamental, siguiendo el principio de que sea una experiencia sublime para nuestros sentidos, ha de ser aquello que nos encanta beber. Asimismo, los vinos funcionan como un ingrediente más para nuestros platos, aligerándolos o profundizándolos. Un maridaje ideal va a tener en cuenta estos factores, el tipo de cocción y las salsas.